jueves, 25 de noviembre de 2010

LOS HEREDEROS

Eugenio Polgovsky en su documental "Los herederos", retrata el trabajo infantil de decenas de niños en México. Lo hace como un narrador invisible, presente en los duros momentos laborales, sin diálogos y sin apenas artificios, para darle toda la importancia a las imágenes, para que ellas solas nos cuenten la historia. Solo hay cuatro escenas en que la música acompaña, en los 90 minutos que dura la cinta.

Estos niños son "herederos". Sus padres y sus abuelos también lo fueron. Herederos de un porvenir en el que la pobreza y la lucha por la supervivencia son su sentencia de vida. "Trabajar, trabajar y trabajar" es todo lo que harán hasta el final de sus días. Desde que nacen, sus madres los llevan a cuestas al campo y en cuanto empiezan a caminar, comienzan a trabajar. La recolecta de tomates y judías, la recogida de leña, el pastoreo, la talla de figuritas de madera, fabricar ladrillos de adobe o dar de comer a las gallinas, será a lo que se dedicarán siempre, sin apenas tiempo para juegos y sin tener un desarrollo normal como niños.

Estos pequeños no van a la escuela, no hacen más que trabajar. Pero en un país como el suyo, son los grandes olvidados. El narcotráfico y la delincuencia en lugares como Ciudad Juárez, hacen que la comunidad internacional vea México y solo piense en estos dos problemas.

Está muy bien que organizaciones como Unicef, apoyen la grabación de documentales de este tipo para denunciar la violación de los derechos de estos niños, que se ven obligados a trabajar porque de ello depende la supervivencia de sus familias y de ellos mismos, sin posibilidad de encontrar un futuro mejor mediante la educación en escuelas y una infancia normal.

Una nota común a todos los documentales y películas que he visto sobre menores que tienen que aceptar un destino difícil, es la fortaleza de la que hacen acopio y lo poco que se quejan. Resulta duro ver como la pobreza les lleva a esta situación, pero al mismo tiempo resulta inspiradora su actitud trabajadora y de "aceptar lo que venga".

México tendrá que jerarquizar sus problemas y establecer una educación obligatoria para conseguir que, algún día, estos niños tengan opción de decidir su futuro y dejar de ser aquellos "herederos" que luchaban por sobrevivir y ser personas que trabajan, en lo que quieren, para vivir.


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