domingo, 21 de noviembre de 2010

EL JARDINERO FIEL

El director de la película Ciudad de Dios, Fernando Meirelles, dirigió en 2005 El jardinero Fiel, una película que se centra en la explotación de grupos étnicos y sociales poco privilegiados de Kenya. Si Ciudad de Dios podía tomarse como una protesta contra las autoridades brasileñas que propiciaron la creación y abandono de las favelas, El jardinero fiel es una crítica al mundo occidental frente a la marginación y el abuso del continente africano.

Tessa Quayle (Rachel Weisz) es una apasionada activista que se enamora de Justin Quayle (Ralph Fiennes), miembro del cuerpo diplomático británico asentado en Kenya. Justin es discreto, humilde y conciliador y pasa horas en su jardín cuidando sus plantas. Tessa es todo lo contrario a él y por ello se sumerge en los problemas de Kenya con su amigo médico, para atender las necesidades sanitarias de la población. En su apasionado romance, Tessa queda embarazada, y es entonces cuando empiezan algunos pequeños alti-bajos en la relación y una serie de malentendidos que parecen que deterioran el matrimonio. Los problemas empiezan porque Tessa está a punto de descubrir un escándalo en el país africano, pero antes de llegar a confirmar sus sospechas, aparece muerta junto a un hombre negro. Todo apunta a que se trata de un crimen pasional. Sin embargo, su marido se pondrá a investigar hasta descubrir toda la verdad.

El director de este film, Meirelles, ha arriesgado con una película que denuncia la realidad del continente “olvidado” (África), arremetiendo con algunos de los países “intocables” (Reino Unido, Alemania…) por su implicación en el estado del “Continente Negro”.

El jardinero fiel muestra África como una zona abandonada e invisible para el resto del mundo; señalando, además, el papel que cumplen allí las grandes corporaciones multinacionales (en este caso, la industria farmacéutica) con el consentimiento de los organismos internacionales, los gobiernos, etc. Muestra cómo en algunos países del “Continente Negro”, las personas son utilizadas como “conejillos de Indias” por los laboratorios farmacéuticos para probar sus medicinas y ver el resultado antes de sacarlas al mercado en Occidente.

Hay una frase que pronuncia un diplomático británico en la película que no deja indiferente a nadie: "Sí, vale, una empresa ha matado unos cuantos africanos, mujeres y niños inclusive, pero ¿qué más da? ¿Acaso los africanos no se están muriendo todo el rato?" Meirelles nos muestra la prepotencia y arrogancia del personaje en cuestión, acercándose bastante a la realidad de la sociedad occidental, que muchas veces no vemos mucho más allá de nuestro ombligo y nos importa un "comino" lo que puedan estar sufriendo otros en cualquier lugar del planeta. Deberíamos tomar conciencia de ello y tomar medidas.


2 comentarios:

  1. MUY FUERTES LAS FRASECITAS DEL SEÑOR BRITANICO, LE DÁ IGUAL QUE MUERAN HE INCLUSO NO SE PREOCUPA POR LAS FORMAS.
    LOS TENEMOS TAMBIEN EN LA VIDA REAL POR DESGRACIA

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  2. Señor/a anonimo comparto su comentario.
    espero entrar mas veces para ver el tarbajo de la joven Fatima.

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